Para usar mejor el dinero, debes conocer muy bien sus reglas.
Dichas reglas sumadas a un conjunto de actores que participan en el intercambio de dinero, entre ellos tú, son quienes componen el sistema financiero.
El sistema financiero se encarga de mediar entre las personas que no gastan todo sus sus ingresos (tienen excedentes de dinero) y las que gastan más de lo que tienen (necesitan más dinero para financiar sus actividades).
Entonces, ¿quiénes participan en este sistema y cuál es su tarea? Veámoslo.
El sistema financiero se compone por tres elementos básicos: quienes realizan los intercambios, los bienes que se intercambian y los lugares donde ocurren estas transacciones.
Son los principales intermediarios entre quienes tienen recursos disponibles y quienes necesitan esos recursos. En este grupo entran desde las compañías de seguros y fondos de pensiones hasta, por supuesto, los bancos.
También hay instituciones financieras cuya principal tarea es regular y controlar a estos intermediarios, tal es el caso de los bancos centrales o las superintendencia bancarias.
Son las herramientas que utiliza el sistema financiero para movilizar sus recursos. Estos pueden ser una cuenta de ahorro, depósitos a plazo fijo, acciones, etc.
Estos activos son creados tanto por el sector público (bonos o letras del tesoro) como por el sector privado (fondos de inversión, acciones, obligaciones…).
Es el lugar o plataforma (física o digital) donde las personas e instituciones pueden acudir para realizar los intercambios de activos y definir sus precios. Allí entran en contacto directo los oferentes (quienes quieren vender) y los demandantes (quienes quieren comprar).
Ahora que ya conoces los elementos del sistema financiero, seguro quieres saber cómo puedes hacer dinero en él. Te contamos a continuación.
Gracias al sistema financiero, una persona puede actuar como proveedor de dinero para generar ganancias o rendimientos (multiplicarlo), pero también otra persona puede obtener dinero del que no dispone en el momento para comprar bienes o servicios. La primera cede su capital y espera que la segunda lo devuelva en un tiempo acordado.
A este intercambio de capital en tiempos distintos entre dos sujetos económicos se le conoce como operación financiera.
En una operación financiera, surge la posibilidad de crear más dinero. ¿Cómo? Bajo la figura del interés, que no es más que un monto extra a la cantidad transada que cobra quien entregó el dinero (prestamista) a quien lo solicitó (prestatario).
Por eso, en el sistema bancario se habla constantemente de la tasa de interés, que es un número con el cual se registra la rentabilidad (dinero a ganar) de quien presta el dinero y el costo del crédito (la deuda a pagar) de quien lo recibe.
La tasa de interés se representa en porcentaje y se aplica generalmente en forma mensual o anual. Esta tasa va estrechamente relacionada con la cantidad de dinero de la operación financiera y el plazo (tiempo de espera).
Los intereses son la forma con la que habitualmente los bancos hacen dinero a partir del dinero de sus usuarios. Pero, ¿sabes realmente de dónde nace esta práctica? Veámoslo en detalle.
Los bancos son los grandes intermediarios del sistema financiero. Por sus labores de custodia del dinero, conexión entre personas y su papel de prestamista, estas entidades financieras también obtienen ganancias, a través, justamente, de los intereses bancarios.
El concepto de interés es casi tan antiguo como el del dinero. En la antigua Roma ya existía el cobro extra por prestar dinero entre particulares pero no estaba regulado. Así prácticamente podías exigir el porcentaje de ganancia que quisieras por ceder tu capital.
El interés llegó a considerarse casi un pecado (la usura) por parte de los reinos católicos durante la Edad Media en Europa. Para ellos, era poco cristiano generar dinero de la nada aprovechándose de la necesidad de los demás.
Por esta razón, los no cristianos, principalmente judíos, concentraron el negocio de prestar dinero a particulares y crearon las primeras casas de préstamos y bancos de la época.
Sin embargo, los reyes católicos cambiaron su parecer sobre el interés cuando empezaron sus guerras de conquista por Europa. Así se distinguieron entre préstamos para subsistir, en los que era ilegal cobrar interés, y préstamos para invertir, en los que se justificaba el tipo de interés por el riesgo del prestamista.
Desde ese entonces, el Estado empezó a regular los tipos y tasas de interés que las instituciones y personas podían ofrecer para los distintos activos.
Hoy, el banco central de cada país o región y los bancos comerciales son los grandes rectores del sistema financiero actual, donde cada persona depende de sus criterios y autorización para acceder a diversos instrumentos financieros.
Pero esto ha cambiado en los últimos años con blockchain. La tecnología que permite el funcionamiento de Bitcoin, también está sentando las bases para un nuevo sistema financiero sin bancos o cualquier intermediario: las Finanzas Descentralizadas o DeFi (por sus siglas en inglés).
